Aunque
tarde, meto baza en una cuestión bastante añeja y aparentemente incorregible. Se
trata del empleo, asunto tratado el pasado 15 de agosto en la “mesa técnica del
desempleo” convocada por la Cámara de Comercio de Ibagué y que, según nota de El
Nuevo Día, contó con asistencia de empresarios, gremios, Alcaldía, Gobernación
y academia”. La nota señala dos conclusiones: a) el equipo investigativo de la
CCI compilará lo comentado en documento a examinar en una segunda mesa que delegará
responsables y fijará indicadores y tiempos de ejecución para disminuir la tasa
de desempleo, b) Ante la pregunta de “por qué no vienen los empresarios a
invertir en Ibagué”, convinieron realizar un diagnóstico que se solicitará a
Unibagué a través de “Ibagué Cómo Vamos”.
La noticia
me recuerda que en junio de 2016, el entonces Secretario de Planeación, frente
al mismo interés por disminuir la tasa de desempleo, dijo a los dirigentes que “ésta
variable dependía del comportamiento macroeconómico”. Ante tan insólita teoría
riposté diciendo que, según ello, podíamos estar tranquilos, pues bastaba con
confiar que la macroeconomía se apiadara de Ibagué. Hoy, con total y sincero respeto
por el empeño de los dirigentes para generar empleo, diría que “buscan el
ahogado rio arriba”, o mejor, parodiando a Stephen Hawking (“La Historia del
Tiempo”), opino que, cometiendo un error de innegable buena fe, siguen
intentando solucionar el desempleo en la dirección en la que el desempleo crece.
La arraigada creencia de que empleo y ocupación son variables
arbitrarias o periféricas y no consecuencias directas de las dinámicas
económicas, sociales y políticas de la región, impide comprender que la debilidad
de aquellas dinámicas irá convirtiéndose en peligrosa, invasiva y creciente
espiral de desempleo e informalidad que, a su vez, originan toda suerte de
males sociales. Tan elemental principio de causa y efecto no debe ser soslayado
u omitido por los planificadores del desarrollo, que saben que la tasa de
desempleo, si bien revela una verdad humana sensible y socialmente frustrante,
es solo un referente estadístico parcial del grado de desarrollo regional y,
por tal razón, deberían admitir que su sapiencia tiene que centrarse en las causas
o raíces históricas del subdesarrollo, puesto que es allí donde comienzan casi
todos, sino todos, los problemas sociales que padece la región
Creo que aquello que juzgo como error, radica en que al intentar establecer
una relación de causalidad, los analistas concluyen en que no existe empleo
porque no hay empresas y no porque el Tolima es subdesarrollado y, por ello, la
“solución lógica” pero errada es hipotecar al inversor externo nuestros
recursos y oportunidades, medida que viene tomándose desde hace más de tres
décadas con resultados desastrosos. El
subdesarrollo es mal social curable, pero ninguna enfermedad se cura (como
suele hacerse) con tan solo aplicar menjurjes a sus síntomas, sino auscultando
con rigor y ciencia hasta hallar las profundas causas donde ésta incuba y,
luego sí, formular la medicación correcta. Sigue…
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