DESARROLLO, UN EQUILIBRIO DE
CÁLCULOS Y JUICIOS
Propuesta al Gobernador,
alcaldes, cuerpos colegiados, Ibagué, Cómo Vamos, ADT, CCI, gremios económicos,
medios de comunicación, periódicos universitarios.
El mutismo de los destinatarios de mis habituales
opiniones y propuestas difiere de los apoyos, consejos y reparos que con
liberalidad aportan muchas personas cansadas de la modorra, la inercia y el
extravío en la cotidianidad Pijao. Animado por esa buena energía planteo ahora
una propuesta abierta dirigida a actores específicos no sin antes resumir tres
razones que la fuerzan:
Primera: Aunque conciliables, las ideas acerca del desarrollo
divergen. El dirigente gremial lo ve como cosa de negocios, su pragmatismo se
anima por una discutible premisa economicista: si los negocios van bien lo
demás irá bien. El egocéntrico lo usa como mascarón ideológico para disimular
su indolencia social y su afán personal. El regionalista lo asume como utopía
humanista informada en conceptos de economía política y construible desde
variables territoriales, históricas, sociológicas y políticas. Para el primero desarrollo
es PIB, para el segundo un cuento para subsistir y para el tercero visión
colectiva de futuro con autonomía regional y equidad social. Divergir es bueno,
lo inútil es negarse la voluntad para buscar acuerdos que no están lejanos pues,
incluido el egocéntrico, todos tenemos intrínsecos intereses comunes y podemos
tejer caminos coincidentes.
Segunda: Fatalmente el Tolima e Ibagué se han ido coinvirtiendo
en enclave de grandes poderes corporativos nacionales y transnacionales. Por el
aderezo de falaces ofertas de progreso y empleo sutilmente estamos transmutando
un legendario carácter indómito y autonómico por un carácter gregario y solícito
con el interese ajeno e insolidario. En la era globalizada lógico resulta que a
la región llegue variopinta de agentes económicos, eso de por sí no es malo, lo
errado es que la región no exija, al menos, un equilibrio de conveniencias y
que gobernantes y líderes privilegien el interés ajeno y no protejan el interés
del ciudadano y sus empresas. Perdónenme la grosería si metafóricamente digo que
el Tolima e Ibagué deben hospitalidad a quienes llegan, pero nunca deben caer
en la indignidad de abrir sus piernas sólo por necesidad, miopía o
“malinchismo”.
Tercera: “La alianza público-privada” no es novedad así
lo diga la CEPAL en su documento “Las APP, Para una Nueva Visión Estratégica
del Desarrollo”. La acción mancomunada del sector público y privado desde
siempre ha sido exhortada como una virtud intra-regional para “explotar”
recursos estratégicos, forjar soberanía y acumular capital endógeno y, por ello,
para el regionalista la P de privado es de región, no de neo colonizador. La
APP neoliberal es mal necesario sólo en las regiones gregarias y carentes de
iniciativa, de espíritu de asociación, de ambiciones de riquezas o donde, sin
hipotecar recursos estratégicos, autonomía o menoscabar el interés ciudadano,
urgen ciertos proyectos: tranvía, metro cable, ciencia y tecnología,
infraestructura vial y turística, etc.
La propuesta: Consiste en dar al indicador social la
misma relevancia y asiduidad mediática y analítica que hoy se da al indicador
económico. Resulta de cardinal valía nivelar ópticas o formas de ver los ritmos
de la vida regional, forjar equilibrio de cálculo y juicio, ampliar el debate público
y estimular el pensamiento sistémico que requiere la vocación de desarrollo y,
por ello, “el tablero” donde se leen las realidades debe ofrecer información
precisa y continuada de todas las variables (no algunas) de la vida cotidiana tolimensista
a efectos de centrar la atención en la complejidad, única forma de hallarle sentido
y valor a lo particular. Estos, entre otros, serían los indicadores:
Económicos: PIB, inflación, devaluación, IGBC, tasa de
cambio, café, petróleo, tasas de interés, balanza comercial. Sociales: Pobreza,
miseria, déficit vis, desempleo, subempleo, equidad, NBI, migración,
desplazamiento, coeficiente gini, concentración de riqueza, nutrición,
participación fuerza laboral, cobertura servicios públicos, alfabetización,
profesionalización, nivel de ingreso, seguridad social, seguridad pública, uso
de la tierra, movilidad, ocio, cultura y comunicaciones. Ver: “manual de
indicadores sociales” ONU 1989.