¡ERA TANTA LA PUJANZA…!
Ibagué cumple años y de aguafiestas resultará oír que cada aniversario
de la musical es refrito, liturgia maquinal, formalidad sosa, aspaviento sin
afectos ni pasiones, recuerdo sin conciencia histórica, reminiscencia vacía de
esperanza. La fiesta de la Villa de San Bonifacio será una edición más del
cíclico calco de galantería y lugar común frente a la efigie de López de
Galarza, el capitán villabragimense que funge como único personaje oficial de
la leyenda, ya que el nativo o actor de los hechos históricos, a esta altura
del tiempo, es anónimo, sus raíces culturales aún no se descubren ni se
recrean, su significado es adjetivo, no sustantivo. ¿Quién era el Pijao? ¿Quién
el ibaguereño? ¿Cuál su pasado? ¿Cuál su destino? ¡Ni fu ni fa!…!
El Matusalén andino, cumple 463 años, lapso de 4 siglos y 63 años; mucho tiempo de maduración para tan
poca madurez; tantos sufrires para tan frágil conciencia histórica; épicas
luchas para tan poca claridad de futuro; excelsas riquezas naturales y bonanzas
prolíficas para tan acusadora pobreza. No sé por qué, pero sé que esta mirada
crítica irritará a los duchos en loar lo no loable y a ellos les ruego no se
enojen y si se enojan que no sea conmigo sino con la decadencia, la ignorancia
y la pobreza, así el enojo les resultará útil.
Los anacronismos deben hacerse notorios en el aniversario de la patria
chica, pues el Ibagué anacrónico fascina: el de mitos, leyendas, nativos,
sincretismos, epopeyas, tradiciones, cantares poéticos; pero igual está el
anacrónico Ibagué no grato: el de singular talante, tirrias, inacción, atávico
carácter feudal, insolidaridad, politiqueo, espíritu gregario, adicción al
lugar común, modo productivo premoderno y fóbico al valor agregado, espíritu
prejuiciado y excluyente. El anacrónico Ibagué aflige como anima su anacrónico
legado de códigos y signos.
El cumpleaños de Ibagué no debe ser tarima para oportunistas y sí día de
reflexión colectiva sobre el papel histórico cumplido por los ibaguereños; de
exorcismos de culpas y desidias, de enmiendas y claro, ocasión calva para
sugerir ideas alternativas de recordación, veamos: leer en colegios y
universidades, como bando cumpleañero, los escritos de Cuartas Coymat, Hernán
Clavijo, Camilo Pérez, Leovigildo Bernal y otros escrutiñadores del tiempo pretérito;
entablar coloquios y exhibir videos sobre municipios desarrolladas del mundo
para referenciar objetivamente nuestra realidad; llevar a celoso examen de opinión
las cantinelas atribuidas a Nariño y que evocan la “pujanza del Señor Don Baltazar”
y así intentar descifrar el código genético del talante del Pijao y entender la
“pujanza del ibaguereño de hoy”.
El suceso octubrino debe avenir
al municipio rural con el urbano para entender que el Ibagué real no es ciudad,
sino ecosistema complejo extendido en 1439 km2 y no 100 km2
o menos como lo juzga el citadino; que tiene una ciudad y muchos vecindarios fascinantes
que merecen modernidad: Toche, Dantas, Laureles, San Juan de la China, San
Bernardo, Juntas, Llanitos, Pastales, Cocora, Villarestrepo, Carmen de Bulira;
que podría alcanza la cumbre nevada construyendo un teleférico; que podría
certificarse como reserva de la biosfera por ser fábrica de oxigeno; que podría
ser autosuficiente en alimentos y agua por muchos siglos; que podría ser
destino anhelado de viajeros de todos los continentes; que podría ser paradigma
de espíritu asociativo y empresarial; que podría ser referente de paz; que podría
estar unido por excelentes carreteables y adecuados caminos y senderos que nos
avecinen hoy y nos avecinen con la historia; que podría estar cuidadosamente
compendiado en un Atlas Municipal editado por millares y tallado en la memoria
y el corazón de todos sus habitantes.
Da grima (angustia y coraje) pensar que construir un Neo Ibagué solo
necesita de ganas y voluntad para entender que la brecha entre lo hecho y lo no
hecho nada tiene que ver con potencialidad, recurso u oportunidad, esos privilegios
siempre los hemos tenido. Para repensar y asumir la tarea del renacer ibaguereño
solo basta algo de alquimia Pijao para mezclar “gramos de voluntad”, “onzas de
unión” y muchos “kilos de imaginación” y, con tal mixtura, el nuevo municipio
empezará a tomar forma. Pensémoslo bien, muchas regiones del mundo, a veces con
menos recursos, tienen municipios, condados, provincias o cantones cuya
belleza, modernidad y calidad de vida causa admiración y envidia: Brujas,
Vitoria, Bariloche, San Sebastián, Niágara, Andorra, Berna, Viena, Lisboa,
Florianópolis y otras obras humanas relativamente pequeñas deberían incitar
afán de emulación para edificar un municipio digno.
Guste o enoje, la verdad es que sucesivas generaciones de paisanos no
respondieron al reto de un quehacer histórico notable y, por ello, en momento
diferente, con talante renovado, ideas modernas y sentir regionalista, grato
resultaría escuchar de nuevo y en coro aquella cantinela: …“Lanza no caigas al
suelo, porque te comen los Pijaos”.